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1. Laicos en acción misionera

Hace ya treinta y tres años que el equipo misionero, que conocemos por sus siglas, CESPLAM, lleva funcionando con el método de las Asambleas Familiares Cristianas, que creemos es su gran aportación a las misiones populares. Y desde el comienzo, de una manera progresiva, los seglares se han ido incorporando y participando en la misión, de distintas maneras.

Algunos son los animadores de estas asambleas; otros son los que abren sus hogares, donde cada noche de la misión se reúnen los grupos de vecinos, que llamamos Asambleas; otros son los ya han visitado los hogares, una o varias veces, antes de que lleguen los misioneros; otros, jóvenes más bien, se incorporan durante uno o varios años al equipo como misioneros a pleno rendimiento; y otros, adultos o jóvenes, forman en sus respectivas parroquias, grupos de apoyo y participan esporádicamente en el trabajo misionero.

 

2. Se adelantó a los tiempos

Los orígenes se remontan al mismo san Alfonso, cuando se le ocurrió poner en marcha "Las Capillas del Atardecer", donde los agentes de pastoral eran los laicos. Las "capillas del atardecer" eran reuniones de seglares al aire libre. En estas reuniones se rezaba y meditaba sobre el evangelio. Asistía la gente más pobre que circulaba por el puerto de Nápoles: pequeños artesanos, obreros, barberos, desocupados, vagabundos, ladrones, aventureros...; todos ellos marginados del ministerio de La Iglesia. Poco a poco las "capillas del atardecer" se fueron convirtiendo en el apostolado de los seglares, hecho por los seglares y con responsables seglares. El líder era un trabajador, un pobre como los demás. El sacerdote no era más que un asesor.

 

3. Metidos oficialmente en la misión

En diciembre 1991 la comisión provincial para la incorporación de laicos preparó un informe sobre grupos de laicos comprometidos en la misión y que estaban dispuestos a una posible integración con la Provincia. Los grupos eran éstos:

"Misioneros seglares del Santísimo Redentor": un grupo de Granada, cuya finalidad es colaborar con los Redentoristas. Pretenden estar atentos, a través de la comunidad más cercana a su centro, a las necesidades que atiende la Congregación. Han trabajado en una parroquia marginal de Granada. Varios de sus miembros han ingresado en nuestro noviciado; algunos participaron en misiones populares.

"Comunidad seglar redentorista": un grupo de Madrid, formado por jóvenes y adultos, algunos de ellos casados. Buscan trabajar, desde el carisma redentorista, en la parroquia, en el Cesplam y en la pastoral juvenil, pero no de modo exclusivo. Mantienen con su salario un piso de acogida en la calle San Andrés, 31, que es la sede de la asociación civil para la solidaridad juvenil. De este grupo varios fueron también al noviciado de los Redentoristas y de las Oblatas del Santísimo Redentor.

"Misioneras seglares del Cesplam": viven en un piso de la Congregación, el de la antigua comunidad de Vallecas (Madrid). Forman parte del equipo misionero en todas sus actividades, tanto de apostolado, como de estudio y reflexión. Viven de las misiones, reciben la misma ayuda económica que cualquier misionero. Es un grupo abierto a todos los seglares que opten por ofrecer algunos años de su vida al servicio de las misiones populares. Este es el grupo que continúa hasta hoy colaborando en las misiones del Cesplam.

 

4. Así comenzó “la cosa”

El Cesplam se inició con las Cruzadas de la Iglesia. Se puso una oficina en común, atendida por un miembro de cada Congregación. Las misiones se daban en colaboración. Más tarde se fue contando con otras congregaciones femeninas. Las religiosas se limitaban a visitar familias, los enfermos, a dar catequesis a los niños, hacer algunas lecturas y poco más.

Desaparecida esta colaboración y se quedaron los redentoristas solos. Dado que el equipo, para que recoja la universalidad de la iglesia, necesita apóstoles femeninos y masculinos, laicos y consagrados, se acudió, en primer lugar, a las religiosas. Esta vez se contó con las Oblatas del Santísimo Redentor. Durante cinco años estuvieron dos fijas y otras participaban en algunas misiones. Desistieron por no considerar las misiones dentro del fin del Instituto. Había que buscar seglares.

 

5. Aparecen los laicos

Al comienzo la participación de los seglares era esporádica. Acudían sobre todo para animar la oración de jóvenes el último viernes de la misión por la noche. Causaban un gran impacto en las zonas misionadas.

Después comenzaron a acudir a las reuniones de jóvenes y adolescentes durante la segunda semana de la misión. Su participación era limitada a causa de los estudios y el trabajo. Generalmente eran jóvenes de los grupos de nuestras parroquias, sobre todo del Perpetuo Socorro de Madrid, la parroquia de Sevilla y el Santuario de Granada. También se contó con seglares casados para dar las charlas a los matrimonios. Se acudía a ellos cuando la población estaba cerca de su residencia habitual.

 

6. Las mujeres, las primeras

La primera seglar en incorporarse al Cesplam, a tiempo pleno, fue Charo López: Comenzó su actividad en la misión de Oropesa del Mar (Castellón). Durante aquel año participó en todas las misiones y continuó con el Cesplam durante siete años. Al año siguiente se unieron otras dos misioneras: María José Campozo y Goretti. Formaron una especie de comunidad en nuestro piso de la calle Humanes de Vallecas. Vivían de la retribución que se les daba por cada una de las misiones. Se les daba lo mismo que a un misionero.

Más tarde se las incorporó a la seguridad social. Para ello se contó con la "Asociación para la solidaridad" y se las puso como empleadas de esta entidad. El Cesplam se encargó de los costes. Después fueron viniendo más jóvenes, siempre mujeres. Estaban de uno a cinco años y lo dejaban. Charo López, Teresa Ruiz, Mari Carmen Piña, Goretti, María José Campozo y Cristina fueron de las más perseverantes. Durante un año colaboraron con el equipo Mª Ángeles, María, Angélica, Ana Vázquez, Nati Jiménez, Ascensión. Durante varios años ha colaborado y sigue colaborando Marisa Pascual, que, además de trabajar en el Cesplam, ha estado durante varios veranos con los misioneros redentoristas de Costa de Marfil.

 

7. Formación

Se trasladaron al piso de la calle Maqueda. De esta forma estaban al lado de la comunidad redentorista, la de San Gerardo. Siempre fueron muy bien acogidas por los miembros de esta comunidad. Con ellos participaban en alguna oración, celebración, comida, etc. Se fueron formando en el carisma redentorista e informando sobre la vida de nuestros santos y sobre las inquietudes de la Provincia.

Para su formación se les dieron cursillos. Durante un mes estuvieron en nuestra casa de Zaragoza estudiando Biblia. También recibieron clases de Cristología y de Eclesiología en la misma casa de la calle Maqueda. Se procuró enviarlas a cursillos de pastoral durante el verano; asistían a todas las reuniones de formación del mismo equipo. El problema fue el poco tiempo que permanecieron en el Cesplam; cuando ya se iban formando e integrando en el espíritu y en la dinámica de la misión, decidían irse.

Los redentoristas españoles siempre estuvieron abiertos a acogerlas y recibirlas en cualquiera de nuestras casas, sobre todo en el Perpetuo Socorro de Madrid, donde participaban con la comunidad en la oración y en la comida. Incluso las veces que se desplazaron con el equipo a América, se hospedaron en nuestras casas, aunque a algunos congregados les parecía algo inusitado.

 

8. Misioneras populares

Al principio fue difícil convencer a los sacerdotes diocesanos de que aceptaran a una chica como misionera. Después quedaban gratificados, sobre todo por el buen impacto que producía en los fieles la presencia de una joven seglar entregada al servicio del Evangelio.

La mayoría de las misioneras seglares hubieran permanecido en el equipo si se les hubiese ofrecido un futuro. Estaban contentas; vivían y sentían la evangelización itinerante, se sentían queridas por la gente. Pero veían la dificultad de situarse en la sociedad, una vez que avanzasen en edad y el Cesplam no contase con ellas.

Desde un principio se procuró la igualdad entre religiosos y laicos. Se les daba opción para participar en la predicación y en la organización de los actos misionales. Sin embargo, ellas siempre se sintieron un poco relegadas a segundo plano. Aunque siempre hubo misioneros que se mantuvieron en un plano de entera igualdad, excepto en aquello que era exclusivo del ministro ordenado.

 

9. Aparecen los hombres

En los últimos años ha continuado la colaboración de los laicos con el Cesplam. En 1996 se incorporó por un año José M. Villadiego, médico sevillano, procedente de una misión popular en Castilleja. Al año siguiente lo hizo Antonio Manuel Álvarez, seminarista de Badajoz. En 1999 se incorporaron David Pérez y Ana Vázquez, de la parroquia de Sevilla. Y en el 2000 lo hace Enrique Quelle, de Salamanca. Ha supuesto un cambio importante; si antes eran sólo mujeres, ahora son casi todos hombres.

 

10. Se sigue abriendo caminos

También es importante resaltar el paso dado en 1999. Además de continuar con la cobertura social a los laicos, ahora asumida por la Provincia, los misioneros laicos del Cesplam se han incorporado a la comunidad de Valencia, integrada por religiosos y laicos redentoristas. Los religiosos y laicos comparten oración, vida y misión. La experiencia ha sido positiva y abre nuevas posibilidades para el futuro.

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